lunes, 31 de diciembre de 2007

Leo Pulgamágica o nada es imposible

Cuando era pequeño mis lecturas de almohada tenían dos protagonistas: Roald Dhal y Janosch. Pijama, colcha de colores y libros de Alfaguara. Cero problemas. Inocencia y felicidad. Hoy, en la estantería de mi dormitorio siguen la mayoría de esos libros infantiles. Leo Pulgamágica, de Janosch, es uno de ellos. No sé si era de los que más me gustaba, no recuerdo si era de los que leí más de una vez; pero su título me encanta. Y creo que me gusta tanto porque desde que vi por primera vez jugar a un bajito con la camiseta del Barça, que se llamaba Leo Messi y que hacía malabares con la pelota me acordé de aquel libro. Janosch lo escribió en 1966, cuando Maradona era todavía un niño. Messi nacería en Rosario, Argentina, 21 años después, el 24 de junio de 1987, justo un año y dos días más tarde de que Diego hiciera el gol del siglo en el estadio Azteca. Janosch no tenía ni idea de que había gestado, dos décadas antes de que naciera, el apodo perfecto para el mejor futbolista del mundo en la actualidad. Su cuento hablaba de una pulga prodigiosa que huía, precisamente a lo que se dedica ahora Messi, a escapar de todos. Lionel, Leo, es el único digno sucesor de Maradona. Lo es porque es el mejor y lo es porque ha repetido, calcado, reinventado los dos goles más famosos de el Pelusa. El citado en el Azteca se lo metió al Getafe y la mano de Dios, en el mismo partido ante los ingleses, se lo metió al Espanyol. ¿Casualidad? ¿Destino? A sus 20 años Messi es un veterano de la elite y tiene, si quiere, tres lustros más para seguir liderando el fútbol. Pero la moraleja de esta historia, como siempre, reside en que todo puede ser difícil, pero nunca imposible. El chico con once añitos, en vez de leer a Janosch y Dhal, se pinchaba cada noche dos inyecciones de hormonas porque no crecía. Un tratamiento caro, duro y que casi le deja sin fútbol, porque sus padres no podían pagar los 900 euros mensuales que costaba. Newell's Old Boys, su club entonces, no ayudó demasiado y sus padres se valieron de fundaciones y caridades varias para que el pequeño Leo no lo fuera tanto. River Plate no quiso ficharlo... por bajito, y en estas, un buen día, se presentó con su papá en Barcelona y tras dos semanas esperando en un hotel, el club catalán le hizo una prueba, con 13 años, y lo fichó, como no podía ser de otra forma. El resto de la historia está más que contada. Como dicen en Adidas, Impossible is nothing. Espectacular el spot (versión corta, versión Making off).

1 comentario:

LoOla dijo...

Lo siento, Luis, yo soy de David Villa... Aunque no hay acento más cachondo (y dulce) que el argentino.

¡Ah! Y lo de mi Viejo no te preocupes, ya te dejaré la explicación en el blog. Esta razonado.

Besos!