
Nada de
realities ni vividores. Nada de aspirantes a
cutrefamosos. Nada de tetas de goma y portadas de
Interviú. El titular no se refiere al célebre, que no celebrado, programa de televisión que reventó las audiencias hace 8 años y que ya está muy venido a menos. Para el que no lo sepa, la frase viene de la novela
1984, de
George Orwell, de la cual toma su nombre el formato televisivo. 1984 es lo que se llama una
distopía, vamos, lo contrario de una utopía. Describe una sociedad futura (está escrito en los años 40) totalitaria, en la que unas
telepantallas lo
vigilan todo a través del Gran Hermano, un ente omnisciente que se entretiene en putear a todo cristo. "La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza". Estos eran sus tres principios. El texto es muy duro, y acabar no acaba muy bien, pero es que está escrito en un contexto de
nazismo y comunismo que hacía presagiar un porvenir terrible, y durante años no se equivocó mucho. Ha sido mi última lectura y se lo
recomiendo a todo el mundo, especialmente a esos nostálgicos del
franquismo que quedan por ahí, y a sus hijos y nietos que llevan esa puta herencia por bandera. Atención especial a la
neolengua, una especie de vocabulario reducido que se inventan en esa sociedad totalitaria para dominar el pensamiento y el habla de sus habitantes. Sobrecogedor.
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