viernes, 22 de agosto de 2008

Bolt se quedó

Usain no traicionó a su gente. En Estados Unidos se lo ponían todo en bandeja, pero su vida era Jamaica, su familia, su música, lo suyo. Con 15 años todos sabían que no era un cualquiera y desde fuera se lo rifaban. Pero se quedó en la isla. Corrió, corrió y corrió. Era feliz. Su 1,96 no es idóneo para ser velocista. Pero él es el velocista. Bate récords riéndose y dándose golpes en el pecho. Se lo pasa bien compitiendo. No sufre. Sus desgarbadas formas, su mejorable salida o su poca concentración no impiden que acelere en décimas de segundo y ridiculice a los demás. 9,69 en 100 metros y 19,30 en los 200. Dos récords estratosféricos que bajará cuando quiera. El tramposo de Ben Johnson o los vendidos de Donovan Bailey y Linford Christie han quedado atrás. Ellos abandonaron la tierra. Hoy Bolt los ha enterrado. Dicen que los jamaicanos (no me pregunten una razón científica) segregan una sustancia en los músculos que les hacen ser de otra pasta. Algo debe tener esa isla. No sólo porros y Marley. El lugar más tranquilo del mundo da a los hombres más rápidos de la historia. Una bendita contradicción. Un paraíso del tiempo. Un lugar al que hay que ir.

2 comentarios:

Nebulus dijo...

Jamaica es el principal productor y exportador de pimienta del mundo... (Yo creo que a estos chavales les meten una guindilla en el culo y les amenazan con metérle otra más gorda si no quedan primeros.) Vamos, es mi teoría, no hay nada confirmado.

Luis dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que has dicho, creo.